Además de su gran valor como obra
de ingeniería y como fuente de recursos hidráulicos, los tres ramales del Canal
de Castilla constituyen un alargado ecosistema que, con sus 207 kilómetros de
longitud afecta a casi 1.500 hectáreas de las provincias de Palencia,
Valladolid y, en menor medida, Burgos. Su interés medioambiental radica,
principalmente, en haberse convertido en un auténtico oasis verde en medio de
la casi siempre deforestada meseta castellana.
Su variada vegetación arbórea,
arbustiva y palustre que prospera gracias a la humedad generada por las aguas
del canal, enmarca y protege una serie de hábitats en los que encuentran
refugio una gran cantidad de animales, entre los que destacan, por derecho
propio, las aves acuáticas.
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