Cuando los ilustrados del siglo
XVIII impulsaron la ejecución de las
obras que culminarían la construcción del Canal de Castilla, nunca podrían
haber imaginado que, 200 años más tarde, el futuro de su sueño ilustrado no iba
a estar ligado ni a la industria, ni a la agricultura, ni al comercio sino a
algo tan alejado de estos conceptos como es el ocio y disfrute de la
naturaleza.
El relieve de España |
La construcción del Canal de
Castilla tiene su origen en la idea de los políticos de la ilustración de
luchar contra la ancestral postración de España, y especialmente de sus
regiones interiores, venciendo el aislamiento físico y económico de los antiguos
reinos de Castilla y de León. Aislamiento tanto con el resto de España como con
las colonias americanas y, por supuesto, con el resto de los países europeos.
Con la ejecución del canal se pretendía facilitar las comunicaciones y el
comercio de los productos de estas regiones, principalmente los productos
derivados de la agricultura.
Tras su conclusión, después de no
pocas vicisitudes, el canal ha luchado por su mantenimiento como vía de
comunicación en competencia temprana con el ferrocarril, y ha generado energía
que favoreció la aparición de una floreciente industria en su entorno.
Relieve de Castilla y León |
Al perder la batalla con el
ferrocarril, el canal pasó por un periodo de algo más de 50 años en los que su
única aportación a las tierras del entorno ha sido el riego y el abastecimiento
de agua potable.
Hoy, en los albores del siglo
XXI, cuando la mayor parte de su legado patrimonial, sobre todo las
edificaciones de todo tipo, ha desaparecido o se encuentra en un lamentable
estado de ruina y abandono, el futuro de esta “vía verde” de 207 kilómetros
está unido, principalmente, a su utilización como espacio de ocio, generador de
toda una economía alternativa que puede surgir en torno a lo que se ha dado en
llamar el “turismo verde”.
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