El Ramal de Campos del Canal de Castilla. Desde el Puente El Deseo |
El Canal de Castilla es un
capítulo fundamental a la hora de describir las provincias de Palencia y
Valladolid. Contra lo que suponen los tópicos, no todo en ellas es seco y
amarillo. Si recorremos estos páramos con atención y curiosidad descubriremos,
ciertamente, los tonos ocres que tan bien refleja la pintura del pintor
palentino Díaz Caneja y que dan color a la tierra; pero también encontraremos
una vegetación viva y frondosa que nos puede recordar regiones con climas más
húmedos y frescos. Se trata solamente de recorrer y disfrutar de ese pasillo
verde que, a lo largo de 207 kilómetros recorre las provincias de Palencia y
Valladolid, con una breve pero interesante incursión, en la de Burgos.
El Canal nace en el Pisuerga y no
se aleja de su vega hasta que entra en la Tierra de Campos. La primera comarca
natural por la que discurre es, precisamente, la vega de este río. Por el
Oeste, y también por el Este en la provincia de Burgos, se levantan páramos. Es
esta una comarca de transición entre la Montaña Palentina y la Tierra de
Campos; abundan los bosques de robles, los pastizales y el monte bajo. La
presencia de la Montaña se hace patente si miramos hacia el Norte.
Enseguida el canal sale a Tierra
de Campos, una de las comarcas más homogéneas y definidas de España. Se trata
de una perfecta región natural repartida administrativamente hoy en cuatro
provincias. Palencia es la que goza de un espacio más extenso; la sigue en
extensión la de Valladolid. La característica dominante del paisaje es la
horizontalidad, rota a veces, por algunos tesos y alcores. Llaman la atención
la profundidad de sus perspectivas. Carece de arbolado, salvo aisladas hileras
y todo es un inmenso campo de cereales salpicado de pequeñas charcas. Su
belleza es a veces difícil de explicar, pero seduce por su sencillez,
austeridad y armonía entre cielo y tierras.
Esta comarca ofrece una canción
especial al que la visita durante las cuatro estaciones, pues los campos verdes
de trigo y cebada se agitan en primavera como si fueran las aguas del mar,
mientras que el invierno los convierte en rígidas superficies pardas que lloran
de tristeza. Y en verano ofrecen a los hombres toda su esencia, trasformada en
grano dorado.
En Villamuriel, Dueñas y Cabezón,
el Canal lame la Comarca del Cerrato, donde se alternan en un perfecto desorden
los pequeños páramos calizos y sus rápidas pendientes con las fértiles vegas
que asientan poblaciones. Es una comarca más forestal y pastoril que agrícola:
abundan los pastos y los montes de roble y enebro.
Pero el Canal propiamente no
atraviesa el Cerrato; más bien lo bordea aprovechando los valles del Carrión y
del Pisuerga. De Dueñas a Valladolid discurre junto a éste último. Aquí el
paisaje parece asemejarse a una gran artesa, cuyos lados son las cuestas de los
páramos y el fondo, plano, el valle por el que discurre el Pisuerga. También
tiene su especial encanto, pues un ancho y esbelto bosque de galería alegra
esta campiña, flanqueada de altos páramos. Abunda el cultivo de regadío, pero
el viñedo no ha perdido importancia, debido a la calidad de los caldos que aquí
se crían gracias, a la tierra y a la fuerza del sol: estamos en la tierra del
clarete, Denominación de Origen Cigales.
Y nos queda una última región
natural que no atraviesa pero rodea. Es la comarca o Páramo de los Torozos. El
Canal, al llegar al Serrón se divide en dos ramales que abrazan este páramo. Se
trata de una meseta totalmente llana, sin ondulaciones ni colinas. Solamente se
abren en ella grietas que darán lugar a valles más o menos grandes que se
dirigen a la campiña del Pisuerga o a Tierra de Campos.
Originariamente estaba cubierta
de encinas, robles y enebros. Hoy quedan ejemplares aislados y algunas manchas
boscosas cerca de Villalba de los Alcores y La Espina. Si nos adentramos por
esta planicie alta, hemos de saber que la temperatura será unos grados más baja
que en Tierra de Campos; no habrá palomares, pero sí numerosos pozos con sus
respectivos abrevaderos; el agua suele ser buena. Estamos en un paraje
solitario, por la que cruzan pocas carreteras. Este aislamiento le da un aire
un tanto romántico y arcaizante. Pero a los pies del páramo se levantan
numerosas poblaciones: Valladolid, Palencia, Medina de Rioseco, Dueñas,
Villamuriel, Ampudia, Cigales...
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